Neves Rodriguez

Comenzó en televisión presentando Luar y lleva a gala ser “la presentadora que más años ha estado al lado de Gayoso”, a quien define como un gran comunicador y un hombre “bueno y generoso”, a quien siempre le estará agradecida por lo que aprendió y vivió junto a él. Desde su primer viernes ante las cámaras, Neves Rodríguez no ha dejado de crecer, de experimentar, de aventurarse, de apasionarse con su trabajo y de reivindicar lo que cree que es justo para la profesión. Es camaleónica y combativa; una mujer con curiosidad por la vida que ha empatizado con la emigración poniendo alma a De Galicia para el mundo, compartido fiestas populares en Vaia Troula o poniéndose en la piel de personajes de ficción en series como Pazo de Familia, Serramoura o Mentes Criminais. Su última aventura, tras ganar el Premio Mestre Mateo a la Mejor Comunicadora y vivir un año muy complicado a nivel personal, ha sido subirse a los escenarios con Redrum Teatro para hablar del maltrato en Invisibles

A punto de finalizar 2021, Neves Rodríguez admite que este ha sido un año “muy difícil y muy doloroso a nivel personal”. En él ha vivido los efectos de la pandemia, tanto en su salud como en el ámbito laboral; ha tenido que pelear con enfermedades en su entorno familiar, y ha perdido a su madre en un proceso devastador. Pero Neves es combativa, en la vida y en la profesión, y ha decidido una vez más plantarle cara al destino y sobreponerse para reconstruirse y volver a brillar.

Ha sido un año para olvidar… 

Sí. Llevo dos años muy complicados, con covid en casa, hospitales, la muerte de mi madre hace unos meses… pero mirando hacia delante, tratando de volcarme en los proyectos que tengo y apoyándome en mi gente.

¿En qué estás trabajando?

Ahora mismo acabo de cerrar en Ciudad Real la gira de Invisibles con Redrum Teatro por este año, junto a Sheyla Fariña y Mela Casal, dirigida por Marián Ballobre, basado en la novela de Montse Fajardo. Llevamos tres años llenando teatros y haciendo una labor que es necesaria, la de visibilizar a la mujer maltratada, todo tipo de maltratos, que es lo que queremos poner encima de la mesa. A mí me gusta mucho el teatro como herramienta combativa. Y llega una edad en la que sé que no estamos para escoger proyectos, porque el audiovisual es lo que es y no hay para todo el mundo, pero cuando te llega un proyecto así, tan bonito, tan especial, y aún por encima tiene esa vocación de despertar conciencias y educar en la igualdad y el respeto a la mujer, es un regalo. Y para mí lo fue.

¿Cómo llega a tu vida?

En ese momento estaba haciendo Vaia Troula en la TVG, y me hizo la oferta Sheyla Fariña, que fue quien peleó para que el proyecto saliese adelante. Las dos estábamos en la directiva de la Asociación de Actores e Actrices de Galicia (Neves fue presidenta entre 2017 y 2019), comentamos muchas cosas y hablamos del maltrato, de cómo la mujer es tratada por la gente de alrededor, los movimientos que se generan en torno a ella… tuvimos una conversación interesante. Y un día me llamó contándome el proyecto y me metí de cabeza.

¿Cómo está siendo la experiencia?

Para mí fue catárquico, porque yo soy una mujer maltratada de una anterior relación y para mí era importante. Era una forma de exorcizar esos demonios que tenía dentro, aunque siempre quedan dentro, pasen los años que pasen. Nunca dejas de serlo, de estar bajo ese radio de acción. Aún después de veintipico años sigo despertándome con el miedo de quién está a mi lado; no puedo ir a Tui, que es donde vivía desde los 14 años, por miedo a encontrarme con él y a que me haga algo, porque los maltratadores lo son toda la vida y nunca hay que bajar la guardia. El maltrato siempre sigue en tu cabeza metido; es un miedo tentacular, acecha y salta sobre ti en cualquier momento.

¿Cómo ha evolucionado la obra en estos tres años y cómo cambias tú en este proceso?

El cambio es espectacular porque una obra de teatro está viva, cambia día tras día, función tras función… yo al empezar pensé que no sería capaz de hacerlo. Nunca pisara las tablas de un teatro y tenía muchas ganas, pero no sabía si podría, y cuando empezamos los ensayos creí que no sería capaz, pero Marián Ballobre creyó en mí y me apoyó, igual que Mela, que Sheyla y que todo el equipo de Redrum. Para mí no era solo empezar a hacer teatro sino también encontrarme en lugares comunes que yo ya transitara, y para mí era muy duro. En uno de los personajes que hago me veo a mí misma si miro atrás, era el perfil exacto de quien había sido yo. Me costó. Luego vas tomando distancia y lo llevas mejor. También es muy contradictorio, porque cuando lo haces durante mucho  tiempo temes que pierda la esencia, la fuerza, el mensaje que quieres transmitir, y vuelves a meterte más en él para luego volver a alejarte, es como un acordeón. Vienes, te alejas, vuelves… según las necesidades. Y cada función es un mundo y cada día sales de una forma diferente.

La habéis llevado fuera e interpretado en castellano. ¿Cómo la has sentido?

Es una obra concebida en gallego y es difícil interpretarla en castellano, porque además hablas de siete mujeres gallegas que viven en Galicia. Cuando pasas a otro idioma es como volver a meterte en otra piel y encontrar tu sitio. Es difícil, pero bueno, son cosas del teatro.

¿Y te está gustando el teatro?

Sí, mucho, me encanta la experiencia del teatro. Si pudiese vivir de él dejaría todo lo demás. Y fíjate que me gusta mucho presentar, pero quizá por encontrarme en lugares a los que no estoy  acostumbrada, salir de la zona de confort, estar tan cerca del público, que parece que es muy manido, pero es cierto que hay otra conexión… No sé, no tiene nada que ver con presentar, con hacer ficción. Si pudiese hacer teatro lo haría siempre.

También estás haciendo teatro para niños con A Reixa Editorial y su proyecto Little Neno. ¿Cómo está siendo la experiencia?

¡Pues sorprendentemente maravillosa! Siempre pensé que no tenía ese feeling con los niños porque son muy exigentes y hay que tener mucho cuidado con ellos, ya que son material sensible y yo estoy acostumbrada a trabajar con y para gente adulta, y soy muy espontánea, a veces no tengo filtro y echo por la boca lo que me pasa por la cabeza. Fue una experiencia agotadora, pero muy edificante y ojalá el espectáculo se prolongue mucho tiempo, porque estoy encantada.

Lo cierto es que descubrí otra faceta que no sabía que tenía ahí escondida. De hecho, si Fran (Villasenín, el promotor) me lo propone hace tres años le hubiese dicho que no, pero ahora me apetecía y todo eso fue positivo todo, estoy feliz.

Pues de rebote (se ríe), como me pasan a mí muchas cosas en mi vida, porque la verdad es que no lo buscaba; estudié magisterio para ser profesora, pero por el medio se me cruzó una radio municipal en Porriño que se abría en ese momento. Fui a echar una mano y me quedé enamorada; descubrí que tenía una voz muy bonita para la radio y me gustaba hacerlo. Después, vi un anuncio para un casting para televisión y me animé a hacerlo, y no era tal, sino para un concurso de misses del que pasé, pero curiosamente de ahí me llamaron más tarde para hacer Luar con Gayoso.

Bueno, no te quejes. Comenzar en el mundo de la televisión con Gayoso es hacerlo por la puerta grande.

Sí, por supuestísimo, pero era cuando Luar comenzaba, era su segundo año y todavía no era todo lo que fue después en sus casi treinta años. Pero sin duda, empezar a trabajar con él fue maravilloso. Lo que aprendí junto a él, lo que me enseñó y cómo me arroparon él y el equipo. Gayoso es “de los buenos y generosos”, es un comunicador empático y muy buena gente. Yo estuve un año y volví después y me mantuve durante otros seis. De hecho, ostento el récord de haber sido la que estuve  más años seguidos al lado de Gayoso (jajaja); aún no me lo quitó nadie y bien orgullosa que estoy. Es cierto que para la segunda etapa volví con más experiencia, pero con Gayoso siempre, siempre se aprende.

¿Y qué recuerdas de aquella primera etapa?

¡Mucho miedo! Llegaba a Touro los viernes y me preguntaba qué hacía allí y quién me mandaría meterme en esto, que por cierto también fue lo que pensé en el estreno de la obra de teatro.  Siempre pienso lo mismo cuando transito caminos que no estoy acostumbrada a transitar, y luego ya… El primer año era novata y mi papel era el de acompañar, no como mi segunda vuelta. Pero sobre todo recuerdo el cariño y el respeto con el que siempre me trataron en Luar; es algo que no olvido nunca y que agradezco mucho.

¿Y ver a los artistas conocidos que venían a cantar?

Yo gozaba cuando venían las grandes, la Jurado, la Pantoja, Celia Cruz, Franco Battiato… Recuerdo cuando vinieron los US3 que hacían rap, y yo veía a aquella gente ya mayor que estaba de público y que miraba para aquellos cantantes salidos del Bronx y aplaudía… Ellos flipaban, pero yo pensaba en qué les pasaría por la cabeza a aquellos músicos con todo lo que estaban viviendo. Tenían un tema muy conocido con el que estaban triunfando, y acabaron en Luar, cantando en aquella discoteca en el medio del monte… (jajaja). La noche de Franco Battiato la guardo en el corazón. Y Nek… ¡qué ojazos!. Y  Carmona… ¡qué guapo! Fueron muchísimos artistas pasando por el programa.

¿Y el salto a Galicia no mundo, el programa que presentaste del 94 al 2001 en TVE2?

Fue un punto de inflexión por muchas cosas. Primero porque era yo haciendo un programa semanal en la segunda, y ya no tenía a nadie a mi lado. Con Gayoso estaba muy amparada, saltaba pero con red debajo, y aquí estaba yo sola. Además, para mí era una responsabilidad muy grande, porque hacía un programa para gente que estaba fuera, en la emigración, y tenía que contarle lo que estaba pasando en su tierra, esa saudade, transmitirle que esta seguía siendo su casa. Aprendí mucho porque entrevistaba a todo tipo de gente, a Fraga, a un ganadero, a un conselleiro… y eso también te da mucha cintura para entrevistar y aprendí muchísimo. Guardo buenísimos recuerdos, y aunque fue una época muy dura, también fue en la que conocí a mi actual compañero de vida y solo por eso mereció la pena. En conjunto fue una etapa maravillosa.

 

Además se emitía por el canal internacional. Ahora sería casi como tener un programa en una plataforma digital…

Sí, nos veían en muchos países y de hecho, viajamos a Argentina, Uruguay… y teníamos la sensación de ser parte de aquella gente. Mi objetivo no ha sido nunca presentar, sino comunicar, porque hay presentadores muy correctos, que hacen su trabajo muy bien, pero no llegan a conectar, y que a mí me dijeran que conectaban conmigo era muy importante, y más desde lugares tan diferentes.

Bueno, tú eres muy querida entre el público

Sí, me siento muy querida. Y de hecho, para mí lo sorprendente no es que la gente me reconozca, sino que me siga preguntando cuándo vuelvo. Es como resistir al consumo rápido de presentadores que hay ahora en televisión. Yo me siento muy querida por la audiencia y por la profesión, por compañeros y por jefes. Siempre me dicen que soy empática y que sirvo para un roto y para un descosido, pero también es cierto que eso no se refleja en mi carrera profesional, no acabo un programa y me llaman para otro seguido. De hecho, ahora llevo dos años sin trabajar en televisión, aunque no pasa nada, porque también me ha dado alas e impulso para salir de la zona de confort y espabilarme para trabajar y poder comer.

Estuviste una temporada presentando ‘Vin polo vento’ ¿Echas de menos la tele?

Me encanta la tele y le tengo mucho cariño a la TVG, pero también he de reconocer que no me siento identificada con la televisión que se hace en Galicia ahora mismo. Y creo que soy una persona incómoda porque yo no trabajo por debajo de convenio, porque lucho contra las condiciones precarias, y he dicho no a trabajos, ya no por caché, sino por no llegar a los mínimos, así de simple.

¿Y cómo diste el paso a la interpretación?

Como otra de las casualidades de mi vida, me aparecieron oportunidades y tuve la valentía de decir que sí, de abrir las orejas y los ojos para ver qué me ofrecía y cómo era. Hice Rías Baixas hace muchos años y tuve la mala suerte de que me gustó, y digo la mala suerte porque esto es una mala vida, nunca sabes si vas a tener trabajo. Es meter el pie en la poza y no querer salir. Luego hice un pequeño papel para una tv movie catalana y luego me fui para Murcia.

¿Cómo fue la experiencia murciana?

Agobiante, mala y muy edificante a partes iguales. Murcia es muy diferente a Galicia, su gente, su geografía, su forma de vivir… para mí fue un choque muy grande. Estaba presentando Luar y fui acompañando a Manu, mi compañero de vida. Él se adaptó, lo llevo mejor, yo fatal. Pero casualidades de la vida de nuevo, acabo dirigiendo y presentando un programa todos los días, hablando de tradiciones murcianas, durante 18 meses. Era un programa que funcionaba muy bien por la empatía, la sencillez y en el que aprendí muchas cosas. A mí me gusta probar cosas nuevas y aprender, y allí aprendí a dirigir y hasta hice un documental sobre el maestre Salcillo.

Háblame de las series que has hecho.

Hice menos de las que me gustaría hacer. Comencé con la de Rías Baixas y estuve en Pazo de Familia durante cuatro temporadas, que fue donde aprendí mucho, porque está muy bien lo de hacer cursos para dedicarte a ser actriz, pero como te formas de verdad es trabajando todos los días, de los compañeros y de los directores, y de ver cómo es tu evolución. Y después hice un papel pequeñito en Neboa en Televisión Española, muchos castings, un papel súper chulo en Serramoura que fue una auténtica gozada, en el que me vi muy bien como actriz, y luego Método Criminal, que fue lo último en la tele. Veremos el próximo año, pero ya tengo alguna cosa en perspectiva.

¿En qué has estado trabajando estos dos últimos años?

He estado haciendo un poco de todo, presentando, con ganas de hacer más cosas, de hacer muchos proyectos y de explorar. ¡Y preparando oposiciones! Porque como la vida está tan mal también hay un momento en el que hay que ser práctica, y decidí tirar del título y ponerme a prepararlas. Me presenté el año pasado y me gustó la experiencia. De hecho estoy decidida a sacar una plaza.

Y seguir con Redrum…

Sí, estoy aprendiendo y disfrutando mucho con ellas. Además, hay invisibles en todas las profesiones y hay que mostrarlas.

Y en medio de todo esto, llegó el Premio Mestre Mateo.

Siiii, los premios no dan de comer, pero dan tanta calor en ese momento que compensa todo. Y ese Mestre me dio mucha calor. Además, se lo pude dedicar a la gente que quería y devolverle un poco lo que me dieron, a mis padres, a mi compañero, que me hace brillar… Y hoy lo valoro todavía más por darme cuenta de que mi madre lo pudo disfrutar.

Y justo antes de la pandemia volviste a estar nominada,

Sí, en el año que lo ganó Lucía Regueiro, que es una compañera maravillosa a la que quiero mucho, que cuida y dignifica la profesión, que es valiente y coherente. Lucía es amor, muy accesible, trabajadora y cumplidora, y siempre está a favor de obra. Me mola mucho, y creo que ahora mismo hay muy pocas como ella en la TVG.

Tu reconocimiento fue por el programa Vaia Troula, que era ya un fijo de la parrilla veraniega. ¿Lo echas de menos?

Lo hice durante 8 o 9 años, y era una cosa muy curiosa, porque el verano es para descansar, pero yo los trabajé todos trouleando, aunque para mí era como tomarme un respiro, porque el equipo nos llevábamos tan bien y estábamos tan compenetrados, lo disfrutábamos tanto, que era como si estuviésemos de vacaciones.

También has vuelto a escribir, a hacer colaboraciones…

Sí, y tengo un poemario en una editorial que igual me la publica, y me ilusiona mucho.

¿Y cómo te sientes ahora? ¿En qué momento estás?

Personalmente he atravesado una situación dolorosa y difícil, y estoy en ese proceso de duelo, saliendo…es complicado, poco a poco. A nivel profesional, estoy en un momento vital muy interesante, porque descubrí que soy capaz de hacer más cosas fuera de la Televisión de Galicia, que puedo vivir sin ella, cuando no creía que pudiese ser así. Pero me he dado cuenta de que no tengo que hacer concesiones y de que puedo seguir siendo coherente conmigo misma. Llevo veinte años sobreviviendo, sin vacaciones, porque he tenido miedo a no tener trabajo, y me he estado preparando continuamente para las vacas flacas, lo que me ha limitado y me ha condicionado para hacer mi vida. Me gusta mi trabajo pero no vivo, sobrevivo, y no es justo. Siempre se dice que tenemos mucho potencial, y es verdad, pero entonces trabajemos por él. Hay que dignificar la profesión para vivir de ella, no para sobrevivir. Yo soy combativa. Forma parte de mi encanto 🙂

 

MUY PERSONAL

Neves Rodríguez es Neotokio, ese universo personal al que ella le ha dado todo el significado del mundo y en el que conviven sus pasiones, sus rincones y sus amores. Es una mujer reinventada que se enfrenta constantemente a sus miedos, que disfruta aprendiendo, a la que alimentan y estimulan  los retos que se le ponen por delante y que se apasiona con todas y cada una de las cosas que hace. Vehemente, combativa, sincera, agradecida; de flechazos, de piel, de amores, de estar. Una comunicadora con marca propia que ha hecho de la honestidad y la justicia su bandera. Que deja huella en quienes la conocen, que ha encontrado en Manu su lar más cálido y que siempre será libre, pero en honor a Josefina nunca beberá pippermint.

 

Fotografías: Hélio Alexandre // Peluquería: Jose Iglesias // Maquillaje: Marta Arnoso // Vídeo: Sabela Freire // Estilismos: María Verde (Juana Rique) y Eva (Matrioska) // Localización: Pazo do Faramello

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